
La Iglesia de San Ignacio de Loyola y la Manzana de las Luces son consideradas de las edificaciones más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires.
En 1608, durante el gobierno de Hernandarias, los primeros jesuitas hicieron su llegada a Buenos Aires y construyeron, en un solar que les donó el Cabildo en lo que hoy es la Plaza de Mayo, una iglesia, Nuestra Señora de Loreto y el Real Colegio San Carlos, en honor a Carlos III, hechos de adobe y juncos.
Si bien en un primer momento la iglesia se bautizó bajo la advocación de la Virgen, tras la beatificación de Ignacio de Loyola, fundador de la Orden de Jesús, el templo tomó su nombre.
En 1661, los jesuitas se vieron obligados a abandonar el predio por razones de seguridad y defensa del Fuerte de la Ciudad, y se mudaron a un terreno delimitado por las calles Perú, Bolívar, Alsina y Moreno, que fue donado por una viuda que no contaba con herederos.
En aquel lugar, los sacerdotes construyeron su residencia, la Iglesia San Ignacio de Loyola y también el actual Colegio Nacional de Buenos Aires que, con el correr de los años, contó con varios cambios de nombre.
Iglesia San Ignacio de Loyola
Ya para este momento, existían los primeros hornos de ladrillo, lo que permitía que las edificaciones fueran más estables y fuertes.
Esta construcción permanece intacta hasta la actualidad, a excepción de la esquina de Perú y Alsina que fue convertida en ochava para permitir el trazado de la Diagonal Roca.
Cabe destacar que en el lugar tuvieron sede varias instituciones, como la Universidad de Buenos Aires, la Academia de Medicina, el Departamento de Ciencias Exactas y la Academia de Jurisprudencia y tantas otras.
Entre 1822 y 1884 funcionó la Legislatura Provincial, desde 1824 hasta 1827 el Congreso General Constituyente, lo mismo que el Congreso Nacional, también albergó las Convenciones Provinciales de 1860 y 1870 y fue Aula Magna de la Facultad de Arquitectura.
Manzana de las luces.
Desde 1812 a 1901, Mariano Moreno destinó el espacio a la Biblioteca Pública hasta su traslado definitivo a la calle México.
Todos estos hechos le dieron el nombre de “Manzana de las Luces” cuna de la intelectualidad porteña, como lo definió un periódico de 1821.
Pero quizás, lo más sorprendente, sea la red de túneles subterráneos que corría por debajo de las instalaciones. Estos túneles corrían de norte a sur y de este a oeste y se cree que su construcción se debió a motivos de defensa, comunicación y comercio.
Lamentablemente los derrumbes y las nuevas edificaciones fueron dejándolos obsoletos.
No se puede dejar de mencionar que, de la Iglesia, tanto la torre como el muro frontal son los elementos arquitectónicos más antiguos de Buenos Aires y que el templo, es un testigo viviente de la importancia que se le daba a la religión durante aquellos años.
Aún hoy se pueden visitar las cinco capillas por cada nave lateral que guardan en sus paredes momentos trascendentales de nuestra historia por lo que en 1942 fue declarada Monumento Histórico Nacional.