
El Edificio Kavanagh, ubicado en la calle Florida al 1000 en el concurrido barrio de Retiro, es una torre de departamentos que, al inicio de su construcción en 1934, fue considerado el edificio más alto de Sudamérica.
Fue también, el primer rascacielos en contar con aire acondicionado centralizado.
La edificación de 120 metros de altura, posee 105 departamentos, pero lo curioso es que no cuenta ni con cocheras ni con portero eléctrico, por eso, si vas a visitar a alguien tenes que anunciarte en la recepción y el portero le comunicará por teléfono al propietario que llegaron las visitas.
Si bien las obras comenzaron en 1934 no fue hasta enero de 1936 que este imponente modelo fue inaugurado.
Edificio Kavanagh
El diseño estuvo a cargo del ingeniero Gregorio Luis Sánchez, el arquitecto Ernesto Lagos y el agrimensor Luis María de la Torre y fue construido por la empresa del ingeniero Rodolfo Cervini, como lo indica la placa ubicada en la fachada principal.
Se trata de una construcción escalonada que posee la forma parecida a la proa de un barco, considerada una obra emblemática de la arquitectura moderna, una síntesis del estilo racionalista y el art decó.
Cabe destacar que en el año 1994 la Asociación Estadounidense de Ingeniería Civil lo distinguió como un hito histórico internacional de la Ingeniería y fue para el 1999 que fue nombrado Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad por decisión de la UNESCO. Ese mismo año fue declarado Monumento Histórico Nacional.
En el piso 14 se ubica el único departamento que ocupa el piso entero con vista 360° al Río de la Plata, la Plaza San Martín, a Retiro y a la calle Florida.
Esta unidad era propiedad de la familia Kavanagh pero en el año 2008 fue puesta a la venta por un valor de 5.9 millones de dólares y la compró un noble inglés que vive allí hasta el día de hoy.
¿Y la historia de amor y venganza?
Cuenta la leyenda que allá por el año 1910, la aristocrática familia Anchorena había decidido construir la Iglesia del Santísimo Sacramento para destinarlo a sepulcro familiar. El objetivo era que desde los balcones del Palacio San Martín, donde residían, pudieran ver la iglesia, por eso la obra se hizo al otro lado de la plaza.
La historia indica que uno de los herederos Anchorena, Aarón, se enamoró de Corina Kavanagh, que aparentemente no pertenecía al selecto grupo de familias de alcurnia porteñas, por lo cual los tortolitos tuvieron que separarse.